En 1845, año en que James Knox
Polk tomó posesión de la Presidencia de Estados Unidos, se dan lugar varios
intentos por incorporar las Californias al territorio estadounidense. Polk
envió a México a John Slidel con instrucciones de ofrecer cuarenta millones de
dólares por la cesión de dicho territorio. La autoridades mexicanas no lo
recibieron, pero siendo el espíritu de Polk cien por ciento partidario del
expansionismo y del esclavismo, los intentos no cesaron. Ese mismo año se
agudiza la crisis en Texas, que termina por la anexión de dicho territorio al
gobierno del los Estados Unidos.
Nuevas pretensiones de Estados
Unidos respecto al territorio mexicano comprendían también la península de Baja
California. En 1835 el gobierno de la Unión Americana promovió por varios
conductos la adquisición de las Californias, haciendo diversas propuestas de
compra al gobierno mexicano. Anthony Butler, el Encargado de Negocios de los
Estados Unidos, había informado al entonces presidente estadounidense Andrew
Jackson que medio millón de dólares eran suficientes para comprar los
territorios mexicanos de Texas, Nuevo México, la Alta y la Baja California.
En virtud de los conflictos
heredados de la secesión de Texas y por los diversos esfuerzos estadounidenses
de comprar el territorio de las Californias, el 7 de julio de 1846 México y
Estados Unidos iniciaron una guerra que terminaría con la anexión de los
actuales territorios de California y Nuevo México, propiedad mexicana antes de
1848, y que pasaron a formar parte de Estados Unidos en ese mismo año según se
estipulaba en el Tratado Guadalupe Hidalgo, por medio del cual se daba fin a la
guerra con Estados Unidos. A consecuencia de dicho tratado, nuestro país
perdió más de la mitad de su territorio, y a punto estuvo de perder mucho más.
La primera versión del Tratado de
Guadalupe Hidalgo proponía que la entrega de Texas, Nuevo México, la Alta
California y la Baja California. Es decir, el límite propuesto iniciaba en
Nuevo México hasta la confluencia de los ríos Colorado y Gila, y de allí para
abajo tomando el medio del Golfo de California hasta el Océano Pacífico. Esto
significaba la cesión de la península bajacaliforniana. El gobierno
mexicano rechazó la propuesta, y finalmente el 2 de febrero de 1848 se firmo el
Tratado de Guadalupe Hidalgo tal y cual lo conocemos ahora. La Baja
California se “salvó”, pero a lo largo de la década de los cincuenta hubo una
serie de intentos por llevar a cabo expediciones filibusteros con el fin último
de anexar la península al territorio estadounidense.
A
pesar de haber fallado en su objetivo la expedición de William Walker, los
Estados Unidos no abandonaron su antiguo deseo por poseer la Baja California.
En 1956 volvió a cobrar fuerza el deseo de expansión estadounidense. John
Forsythe, ministro en México del presidente de los Estados Unidos James
Buchanan, ofreció de doce a
quince millones de dólares por la península bajacaliforniana y gran parte de
Sonora y Chihuahua. Esta nueva propuesta de compra ponía en evidencia que la
nación vecina no cesaba en su intento, eso sin tomar en cuenta los rumores que
llegaron hasta el ministro de relaciones de México, el señor José María
Lafragua, de que en la Alta California se preparaban intentos por separar la
Baja California de la República Mexicana.
Estando el país envuelto
en una guerra interna, estando la Baja California despoblada casi en su
totalidad en la parte norte (frontera) de la península, y habiendo logrado los
Estados Unidos múltiples concesiones para el tránsito por territorio mexicano,
los ánimos filibusteros no se dejaron esperar. Adrián Valadés menciona dos de
ellos, que se llevaron a cabo durante 1855 y 1857. La primera de ellas, la
relata de la siguiente forma:
“Habiendo
llegado (…) a San Francisco un comisionado del general Juan Álvarez para
agenciar un empréstito destinado a la compra de armamento, con objeto de
fomentar la revolución contra la dictadura de Santa Anna, esta circunstancia se
tomó como la más favorable oportunidad para llevar a cabo el atentado que se
pretendía, juzgándose que, cuando se procuraban elementos de guerra, sería
aceptada cualquier ayuda que se ofreciera; y así, a la sombra de una
autorización de alguno de los principales jefes del Partido Liberal, se podía
invadir alguno de los puertos de la República”.
Estados unidos quedo molesto ya
que cuando santa anna vendio nuevo mexico y texas quería que baja california se
unificara a su territorio pero no lo logro por la lucha de poderes políticos,
acuerdos y a la población que vivía porque se resistio e hizo un pequeño grupo
de guerrilleros campesinos para resguardar sus tierras y sus hogares.
Pero William Walker quedo como
obsesionado con baja california porque hizo varios intentos para invadirnos y
tener el control, quien sabe porque alomejor por ambicion o por querer tener el
total contro de mexico empezando con tijuana pero pues como los mexicanos de
esos años era gente humilde que algunos no tenían que perder se unieron a
defender lo que era suyo aunque les costara la muerte.
El territorio de Baja California permaneció
estancado a causa de su terreno inhóspito, así como por la distancia y las
barreras geográficas (particularmente el desierto de Altar en Sonora) que lo
separaba del resto de la república. El carácter aislado y subdesarrollado de la
región no despertó mucho interés entre los inversionistas mexicanos. En
consecuencia, hacia finales de la década de 1880, el presidente Porfirio Díaz,
como parte de su política de atraer a México las inversiones extranjeras con
objeto de acelerar el desarrollo económico del país, permitió que los
estadounidenses y otros extranjeros compraran terrenos y que tuvieran acceso a
los recursos naturales de la península. El desarrollo rápido del suroeste de
Estados Unidos durante este mismo período creó una demanda importante en la
adquisición de materias primas mexicanas y mano de obra barata. La gente y los
productos podían pasarse fácilmente a Estados Unidos por los cruces fronterizos
de Calexico-Mexicali y Tijuana-San Diego; de hecho, durante este período los
residentes de Baja California tenían más contacto con Estados Unidos que con su
propio país.
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